viernes, 11 de marzo de 2011

Treinta Noches

  

 Treinta noches de sueño pendientes de encontrar la cama, y esa cama tan lejos de lograr mi sueño. Toda una vida imaginando lo que un cántaro de leche imaginario podría significar y estos últimos treinta días tan cerca de tocar el cántaro. Y es que nunca me teñí de rubia, ni sentí que nubes sin dibujar me definieran, porque yo nací morena y mis ojos eran negros y el sol moldeó mi sonrisa a lo largo de mi vida.
    Sólo un trienio me separa de esa esfera y en ese tiempo la piel se volvió neutra, mis palabras cambiaron su código, y mis andares se trasladaron allá donde la luz no es, para pedalear grises y recordar que en las noches de la ciudad oscura la luz provenía de las ventanas.
   Treinta mañanas me despertó la esperanza y energía inagotable empujaba mis entrañas.
   Esta tarde la incertidumbre ha terminado, ya soy libre para llorar.