jueves, 27 de noviembre de 2008

El Cid I


Acabo de darme cuenta, hace no más de cinco minutos, de que he perdido una chaqueta, podría haber sido cualquier otra, y entonces estaría hablando "ella", y no yo, pero no es el caso. La llevaba hace un par de días, me había puesto muy guapa, sí es posible que pareciese salida del romancero del Mio Cid, pero no imaginen a la dama, no se equivoquen, imaginen a una mujer disfrazada de caballero de la época, de Rodrigo Díaz, o alguno de sus fieles secuaces, con sus calzas, y su camisa amplia, y sus altas botas dando porte a su presencia, pero,... la chaqueta,...no me puedo concentrar..., la chaqueta. La primera chaqueta que terminó, siempre dijo que el cuello no lo supo resolver, cuando en realidad estaba allí, y aquel fallo era, sin duda, lo que le daba ese aire envolvente a la chaqueta, pero no sólo están selladas las manos de Paloma a esa chaqueta, también lo están las largas manos de Lucía, de las que nació un pez para engarzar mi pelo, un buen día desenredé al pez de sus olas castañas, y alterando su medio lo convertí en botón de mis chaquetas, para que me enroscaran, que me envolvieran, y me protegieran. Por eso entiéndanme cuando les digo que como no me iba sentir armada, cual Rodrigo Díaz, vistiendo tal chaqueta. Pues sí entonces era grande, e incluso me batía en duelos saliendo ilesa. 
Pero señores, esta noche la chaqueta no estaba en mi armario azul, y el espejo de su puerta me ha mirado, y me ha encontrado desnuda al descubrirme indefensa sin mi armadura naranja. Qué fue de mi cabeza, que luchando por una pelota con jugadores asidos a una larga vara, perdí la noción de la realidad.
Véase que ahora, aquí sentada, el espejo me sigue mirando, la luz cabizbaja y mi pensamiento en una fé extraña, por recuperar mañana aquella chaqueta naranja.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Día blanco


Amaneció y aún dormía, escondida bajo las sábanas. Durante unas horas retó a la luz dibujando espesas cortinas tras sus párpados. Sólo hubo un instante, un desliz, en el que la curiosidad la invadió y quiso mirar a su adversario frente a frente descubrió entonces, en la premura de la luz por despertarla, pequeños silencios colgando de hilos de cristal danzando lentamente al ritmo de las nubes. El día era blanco, y entre ella y el cielo mil silencios se llamaron nieve tras el cristal de la ventana.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Queda poco, ya verás..




Esta manana he abierto los ojos y al otro lado del cristal brillaban los tejados iluminados por el sol, hacia dias que el lorenzo no nos visitaba, y tan solo cuando vuelve recuerdas lo feliz que te hacen sus visitas, la sonrisa que inevitable te encuentra sumergida en la almohada, y entonces deseas despertar, deseas abrir los ojos cien veces mas y que ese instante te vuelva a encontrar.Ayer abri los ojos y al otro lado del cristal sobre el tejado detenido, me observaba un cuervo, con esa manera de mirar de los pájaros, como en las pinturas egipcias manteniéndo su cabeza de lado respecto a ti. Pero tú sabes que te mira, y él sabe que tú ya abriste los ojos, y que también le miras, y durante un rato especuláis cómo será ser pájaro, o cómo será ser humano, hasta que pasado un rato ambos sabéis que no habrá lugar a un entendimiento mayor que ese mismo que acontece, instante en el que uno de los dos volará o pisará el suelo pasando a lo siguiente, sin siquiera saber con certeza qué será lo siguiente. Y entonces el levanta vuelo, y tú te levantas del suelo. La casa sigue ahí, con sus cajas abiertas de las que asoman cacharros de cocina, utensilios de aseo, camisas, faldas, pantalones, vestidos y jerseys, zapatos, cuadernos libros o papeles, sin una lógica o un sentido. Y en la cocina, tan agradable, a pesar también de su caos, las cajas con comida, especias, tarros, y cafeteras de todas las formas y tamanos. Sacas la taza de cristal, con su redondeada asa también de grueso cristal, la llenas hasta la mitad de muesli, abres la pequena nevera, que anda ciega desde que nos mudamos, con su amarillenta luz fundida, y sacas el tetra brick, y anades leche de soja que aunque es demasiado dulce, y no es lo mismo, con el muesli se disimula, y además es el muesli que te gusta, el de manzana, el crujiente "Knusper" de Dr. Oeter, o algo asi, y es que está tan rico,...mmmm... Te sientas en una de las sillas de la cocina y te asomas por la ventana que da al Hinterhof (o patio interior), la fachada de enfrente es amarilla, de ventanas grandes, aunque se aprecia cual es la hilera vertical de la escalera porque son algo más estrechas translúcidas, no transparentes, y están divididas en lo alto, dejando una vidriera de flores de marco superior muy linda. El suelo del Hinterhof, parece un suelo de piscina antigua aunque la loseta es algo más grande, y amarilla pero visto desde arriba parece que pudiese haber un mar entre el suelo y tu ventana, un único árbol preside el hinterhof, dirías que es un arce, pero ignorante en lo que a flora se refiere, piensas que es una arce porque las pocas hojas que pendulan de sus frágiles y oscuras ramas, son de un rojo anaranjado, que alberga la luz del sol. Y combinadas sus hojas, y sus redondos, pequenos y rojos frutos, con el suelo de losetas de piscina, forman una imagen deliciosa. Y ahora, pronto, volverás a escribir, sólo un poco de paciencia, queda poco, ya verás. y entonces hablará del parque, y de su historia, del edificio de la Curvy Strasse, donde intenta aprender alemán y de tantas cosas más, pero ahora no. Luego, dentro de poco...