
Entre el primer y el tercer escalón hubo un lugar en el que sólo existió el denso perfume de un hombre.
Entre Görlitzer Strasse y Schlesisches Tor quedan ocho hojas verdes al trasluz de una farola.
Entre dos esquinas de Oppelner Strasse combaten gorriones y palomas por migas de pan ficticias.
Entre los pasajeros del tren un hombre pequeño, viejo, con las manos posadas sobre sus piernas duerme con ojos cerrados.
Entre los pedales y su sombrero el silencio de la nieve la encontró blanca.
Cuando era yo y no ella, los espacios huecos tenían conciencia.
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