domingo, 28 de septiembre de 2008

Taller del pasado

Una placidez inmensa, el calor dentro de un jersey de lana, tus ojos encontrándome en la niebla, y mi té que se enfría. Un cuadro enjaulado en su propia tela, mostrando figuras insinuadas, una foto en blanco y negro, con la eterna sonrisa de Lucía, un caballete aburrido de su quietud, y polvo envolviendo carpetas repletas de dibujos que ya no quiero ver. Una postal de una viejita enfajada en el negro, posando ante miles de cacharros culinarios. Otra foto en blanco y negro convirtiendo en intemporal la belleza de Paloma con un cardo entre sus dientes, Quima asomándose con miedo por detrás de su violín, María recién nacida con sus misteriosos ojos grises, un padre y una hija atisbando la lluvia sobre el mar de Fisterra, una sandalia viajera sobre la arena de una playa anónima, Paloma leyendo el periódico delante del Manolo, con ceño fruncido por un sol de hace treinta años, y una niña feliz, sentada en un orinal sonriendo al mundo su encanto de infancia.
Botes de colores en las estanterías, cajas de zapatos escondiendo útiles olvidados, y toda una hilera de álbumes, contando vidas, que nadie se atreve a recordar, una paleta manchada de pintura en lo alto, y un sombrero negro, de ala ancha sobre un cesto con medicinas caducadas. Telas, libros y cientos de documentos de un pasado que ya a nadie le interesa. Frascos con litros de químicos enmohecidos, papel de pescadero enrollado, pinceles pidiendo pintura, un radio- cassette que no funciona, y una ventana desde la que veo las vidas pasar por las mañanas.
Trastos, todo son trastos, y tengo tanto miedo de utilizarlos que sufren en la pena de un olvido, inmerecido.
Sólo la música me acompaña en este cuarto del recuerdo, del pasado, de la vida, de mis sueños.

1 comentario:

José dijo...

Este me ha encantado!